jueves, 22 de junio de 2006

Regalos

Mamiloca a veces en el camino se encuentra tesoros. Los va guardando en un armario dorado que tiene en su habitación. De cuando en cuando abre la puerta con cuidado y los va sacando uno a uno, los mira embobada y piensa en la suerte que ha tenido al tropezarse con ellos de esa manera, así como quien no quiere la cosa.Tiene ya una colección admirable de ellos. Algunos son de hace tiempo, por ejemplo una rosa que una vez le envió un amigo y que por alguna misteriosa razón no se marchita nunca...

Una cajita de música que encontró hace unos años en su buzón, una música que la emociona tanto que casi le da miedo escucharla.
La mitad de un paquete de tabaco de color azul, que un día decidió compartir no sabe por qué.
Dos bolitas juguetonas que llegaron a su vientre un día y de repente decidieron independizarse, y crecen y crecen y han viajado lejos y vuelven y están siempre ocupando casi todo el corazón de mamiloca... En este caso lo que guarda en el armario son dos lágrimas de emoción que cristalizaron en el mismo momento en que vio el fruto por primera vez. Así de misterioso es el mundo.
Puede que la gente no entienda la naturaleza de esos tesoros, pero así es mamiloca, un poco loca siempre.

Caminando iba hace unos días por una senda llena de sombras cuando tropezó con una botella de las que se lanzan al mar a recorrer mundo. Tenía dentro un papel blanco que mamiloca desenrolló, y lo que leyó en él le hizo sonreír y escuchar en su loca cabeza una música hermosa, como un solecito asomando entre nubes.
Y muy contenta caminó deprisa a su casa, abrió el armario de los tesoros y le buscó a la botella un rinconcito protegido. Y este hecho la alegró, porque ya hacía tiempo desde el último hallazgo, y ya iba siendo hora, la verdad...

lunes, 12 de junio de 2006

Recuerdo una tarde



Este es un poema de los que Mamiloca escribía cuando era una adolescente. Es lo que tienen los adolescentes, que de vez en cuando les da por escribir poemitas un poquito cursis. Pero a Mamiloca no le importa que sea cursi, porque ella lo escribió hace tiempo y no se arrepiente. Es suyo. Y dice así:

Recuerdo una tarde:
era en otoño,
sentados en un banco
del parque...
Estaba el parque amarillo
¿no recuerdas?
Caían a raudales
las hojas de los árboles...
Y tú me sonreías.
Recuerda:
Yo temblaba,
era una niña.
Y tú tenías entre tus manos
las mías,
y una rosa marchita
que moría.
Tú me besaste entonces,
nos besamos...
Fue una suave caricia,
fue un mundo fantástico,
fue la vida.
Fue felicidad...

Luego el otoño
nos saludó a los dos:
habíamos nacido.