lunes, 29 de mayo de 2006

CARTA

Recuerdo que tú dibujaste una casa en la arena. Y recuerdo que yo tuve ganas de instalarme allí y pensé que en esa casa cuadrada de arena y mar no me faltaría nunca nada, por pequeña y efímera que fuese. Y recuerdo que yo dibujaba en la arena con mis pies el contorno de esa acogedora casa donde viviría con tu sonrisa. Y de repente el tren me raptó y me arrancó de mi casa de arena que muchos otros pies ya habrán borrado... Y tengo la certeza de estar loca como una cabra y de no saber cómo compaginar mis casas de arena con el futuro que me espera. En una casa que nadie ha dibujado. Sin arena y sin mar y sin tu sonrisa.
Pluma.
Se acaba la música.


Mamiloca escribía estas cosas cuando estaba triste, hace ya un tiempo.
Dibujaba casas de arena que luego se iban desmoronando poco a poco, como si de sueños se tratase que desaparecen de la memoria como a traición cuando uno se despierta.
Construía castillos de cartón que le llenaban los ojos de luces de colores, de chispas de alegría como estrellas fugaces.
Pero al final el tiempo la fué recompensando.
Algunos granitos de esa arena fina y blanca eran obstinados y se fueron quedando, se fueron quedando. Y poco a poco se dió cuenta de que ante sus ojos tenía una acogedora casa que ni el más feroz de los vientos podría nunca desbaratar.
Y entonces pudo dormir como un angelito.


Como mecida por una nube. Blanca y mullida. Ligera como una pluma de algodón.

viernes, 26 de mayo de 2006

sábado, 20 de mayo de 2006

Cuando comenzó...



DESDE MI DESTIERRO

Estoy aquí sentada entre mis cacerolas. Escucho una música soñadora de esas que ponen suave el corazón y tristes los sentidos. Se ha movido mi mano nerviosa en busca de tinta, quiere moverse y expresar mis ausencias. Siempre mis ausencias...
Pasa el tiempo. Mañana será mi cumpleaños. Baila el tiempo entre despertares y letargos, rápido, rápido, rápido. Y al final siempre triste, en algún punto, después de dar vueltas buscando unos ojos, unos labios con quién compartir. Todo eso tan inalcanzable a veces... Se va haciendo la historia, a trompicones, poco a poco y trabajosamente.
Él está lejos. Siempre está lejos, aunque a veces se haya asomado de pronto a mis ojos, preguntando ¿estás ahí dentro?...
Aquí estoy a duras penas, triste. Siempre al final triste.
Te respondí que aquí estoy y luego me abandonaste en mi destierro...
Yo soy la que vive los sueños.
Alguien los escribe, sueños tristes que parece que nadie va a vivir en la realidad, pero aquí estoy yo, viviendolos, haciendolos palpables, algo que está aquí cercano, que tiene vida, que sufre mi piel cansada, mi corazón cansado.
Tú me mirabas como yo a tí.
Tú estabas conmigo, pegadito a mí, sintendo mis latidos como yo los tuyos, mostrándome tu mundo de ternura que siempre has escondido. Tu sonrisa.
Viví en tu boca un abismo de emociones, viviste en mi boca mis sueños dorados. Bebiste mi alma en tus labios abiertos. Mi piel, tu piel. Mis manos. Tus manos.
Me abandoné en tus brazos sin reservas, sin esperar nada, nada me faltaba, yo no quería nada.
Sólo entregarte toneladas de cariño que te pertenecen y que quiero regalarte como para resarcirte de golpe de todo el cariño que siempre te ha faltado.
Rodear tu soledad con mis brazos.
Si tú quieres huir, como a veces has dicho, yo no quiero pedirte que no huyas, quiero huir contigo.
Si quieres esconderte, escóndete, pero déjame un sitio en tu escondite junto a ti. Si quieres dormir, no voy a pedirte que no duermas, tal vez sí que me dejes despertar contigo mil veces...
¿Qué voy a hacer contigo?
Mil cosas haría contigo.
Reir. Descubrir de pronto la vida.
Escuchar el viento.
Leer mil poemas.
Dormir en la hierba bajo el sol contigo, contar las nubes.
Pasear por el parque agarrada a tu mano.
Manitas en el cine.
Dulces al horno entre cazuelas...
Llorar. Bailar. Bailar.
Acariciarte despacito mientras duermes. Mirar tus ojos y mimarte.

jueves, 4 de mayo de 2006

Despedida


Se acaba la tarde.
Se acaban todas las tardes
del mundo.
El tiempo pasa pesadamente,
pausado,
con desgana.
Pasan las tardes.
Pasan todas las tardes
del mundo.
Viene el otoño.
Viene dulcemente,
el otoño.
Y trae un triste adiós
volando en el viento
con todas sus hojas doradas.
Voy a decirte adiós.
Voy a decir adiós
a todas nuestras tardes.
Voy a dedicarte una llorosa
despedida.
Se irán estos mágicos años
que he vivido en tus ojos.
Se irá este sueño dulcemente soñado
con el otoño y tú, tan lejos...