viernes, 25 de agosto de 2006

martes, 22 de agosto de 2006

Ausencias.



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Pensando en todas las ausencias. En todos los que no están esta noche aquí. A los que quisiera abrazar y no puede.
Pensando en unas manos que crecieron.
Lejos. Están lejos.
Esos años que tenían consistencia real.
Inalcanzables ahora.
Pensando en todas esas cosas, Mamiloca está esta noche un poco triste...
Y espera solamente poder dormir bien.

jueves, 17 de agosto de 2006

INCISO



















A Mamiloca le gustan los gatos.
Esta noche lo dirá en voz alta. Con cuidado. Y luego dejará de jugar un poco no sea que al final se convierta en un disco rallado que hay que silenciar, y alejar, que cansa. Mamiloca no quiere que eso ocurra. Le gusta ser discreta. Aunque le gusta jugar, sabe que las cosas son como son y no como ella quiera inventarlas.
Aunque a veces, cuando las inventa, disfruta como una enana...



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viernes, 11 de agosto de 2006

Puestos a imaginar... PASEO DE RECOLETOS, UNA MAÑANA DE AGOSTO



Mamiloca se dispuso a caminar otra vez por las calles de Madrid. La mañana era cálida y agradable y se adentró en el Retiro por la entrada de Sainz de Baranda. Su deambular era soñador como si caminara entre nubes de algodón. Hizo una primera parada junto al gran estanque donde una pareja recorría despacio las aguas quietas, mirándose a la cara mientras un sol suave les acariciaba la piel.

Había en el estanque un montón de peces de colores y algunos patos. Cuando Mamiloca los estaba mirando, se detuvieron junto a ella una niña china preciosa y su padre adoptivo, provistos de una bolsa llena de pan duro para los peces. Se pusieron a repartir este manjar lanzándolo al agua y entonces vinieron multitud de gorriones que se posaron en el borde de la barandilla, mirando todos hacia arriba por ver si les llegaba alguna miguita. La niña reía feliz y repartía el condumio con ilusión y cada vez que un pez abría la boca ella le saludaba amistosamente.

Mamiloca rápidamente sacó su móvil y empezó a fototrafiar la escena para que nunca se le olvidara, lástima que no pudiera grabar también la voz de aquella niña pequeña y preciosa. Y guardó esa imangen y ese pedacito de mañana en su memoria y siguió su camino. Buscó la senda que le llevara a un sitio concreto que tenía en mente, porque sin saberlo o sin querer saberlo, buscaba un encuentro fortuíto que le arrastraba hacía allí, un lugar que le llamaba insistentemente, por alguna razón.

Tenía Mamiloca a la vez un extraño nudo en el corazón y un poco de miedo, porque ese encuentro casual tal vez la removiera por dentro y le hiciera retroceder hacia su isla de calma para no volver a salir nunca de allí.

Pero siguió caminando, y la ciudad era un sueño, y los minutos pasaban uno detrás de otro sin esperar a que ella los asiera.

A mitad del camino encontró un café donde reponer fuerzas. Un café junto al jardín botánico. Y después de comerse un delicioso bollo de hojaldre, sin pensarlo más se llegó a la feria de libros viejos con olor a alcanfor.

Y quería buscar, pero al mismo tiempo no podía dejar de mirar los puestos repletos de historias. Y quería mirar, pero no era fácil. No era fácil encontrar un amigo sin rostro. Sobre todo cuando había tantas cosas interesantes que mirar:

Los siete secretos. Guillermo y los hippies. Celia se casa.

Cuentos. Tebeos. Novelas. Libros de cocina. Poesía.

Tal vez el señor con gafas miraba junto a ella algún cómic de segunda mano y ella no lo vió, tan enfrascada como estaba mirando otras cosas.

Tal vez si le vió no le reconoció, porque no es fácil reconocer a una persona a la que no se ha visto nunca.

Tal vez no quería verlo, en realidad.

Porque siempre hay la posibilidad de que el encanto, y el misterio, y la magia de las palabras lanzadas al viento y la sonrisa de cada noche imaginando, desaparecieran para siempre.

Y tal vez es mejor así. Quién sabe...

Compró un par de libros para su estantería y siguió caminando, despacio.

Sin prisa.

jueves, 10 de agosto de 2006

NOSTALGIAS




Mamiloca recuerda esta noche...

Por un momento, todos los amores que se fueron.
Los que perduran.
Los que no se olvidarán nunca aunque pasen mil años.
Y como hojas amarillas van siendo arrastrados por un viento cálido de otro mundo.



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martes, 8 de agosto de 2006

CAMUFLAJE

Mamiloca se disfraza esta noche. Es un guiño. Es por un momento ganas de verse otra cara. Jugar.
Probarse un traje nuevo.
Después al amanecer tal vez se acabe el juego y vuelva a ser la misma.
O tal vez se pruebe otro traje...

jueves, 3 de agosto de 2006

Cuento de sirenas



De tanta agua que llegó a entrar en casa

Las paredes desaparecieron un día.

Entró por la única ventana que quedaba una luna enorme que inundó de luz mi hogar sin paredes.

Me sentía rara cuando desperté, algo raro me impedía moverme como cada mañana, según mi costumbre de empezar poniendo lentamente un pie en el suelo, esperar un poquito y luego bajar el otro. No hubo manera. Mis dos pies querían hacerlo todo juntos, no podía separarlos. Miré y vi que en lugar de pies tenía una cola de pez enorme que encerraba mis piernas. Y me llevé un buen susto.

¡ Madre de dios, soy una sirena!!

Y alrededor de mí un mundo entero de agua hasta donde llega la vista.

Estoy un poco perdida. Es raro estar siempre en el agua, el agua que me envuelve fresquita y profunda, ese mundo que me acoge como si siempre hubiera sido mi casa.

Me gusta mirar la luna en la noche mientras las olas me acunan.

Y si de vez en cuando hay una tormenta, ya no tengo miedo. Me pongo a bailar con el mar y salto y me sumerjo de pronto y los rayos son fuegos artificiales y los truenos la mejor orquesta del mundo...