jueves, 3 de agosto de 2006

Cuento de sirenas



De tanta agua que llegó a entrar en casa

Las paredes desaparecieron un día.

Entró por la única ventana que quedaba una luna enorme que inundó de luz mi hogar sin paredes.

Me sentía rara cuando desperté, algo raro me impedía moverme como cada mañana, según mi costumbre de empezar poniendo lentamente un pie en el suelo, esperar un poquito y luego bajar el otro. No hubo manera. Mis dos pies querían hacerlo todo juntos, no podía separarlos. Miré y vi que en lugar de pies tenía una cola de pez enorme que encerraba mis piernas. Y me llevé un buen susto.

¡ Madre de dios, soy una sirena!!

Y alrededor de mí un mundo entero de agua hasta donde llega la vista.

Estoy un poco perdida. Es raro estar siempre en el agua, el agua que me envuelve fresquita y profunda, ese mundo que me acoge como si siempre hubiera sido mi casa.

Me gusta mirar la luna en la noche mientras las olas me acunan.

Y si de vez en cuando hay una tormenta, ya no tengo miedo. Me pongo a bailar con el mar y salto y me sumerjo de pronto y los rayos son fuegos artificiales y los truenos la mejor orquesta del mundo...

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