viernes, 7 de julio de 2006

Tebeos






Mamiloca desde su trabajo ha escrito esto MUY DEPRISA: en el trabajo tiene poco tiempo:


Era los viernes, si no recuerdo mal. Y era en Cádiz, tacita de plata. Pasaba allí los veranos, con mi familia, con mis primas, que vivían en la calle Zaragoza, junto a la plaza de San Antonio. Mi tío madrugaba muchísimo porque trabajaba en el puerto, en la lonja. Y los viernes madrugaba aún más, y un poco más tarde se pasaba por casa y nos dejaba un tesoro. Un tesoro misterioso, maravilloso, divertido, mágico. Sobre todo mágico. Eran los tebeos de la semana. !Lo menos cinco estupendos tebeos! que nos repartíamos y devorábamos con avidez y la mañana transcurría entre risas y aventuras y nos sumergía en un mundo aparte y distinto, un mundo de sueños donde todo era posible. Esperábamos esa mañana durante toda la semana, y ahora que lo pienso tal vez había en aquello algún motivo escondido; mis tíos, los pobrecitos, casi nunca tenían tiempo para estar solos, y ese día él aprovechaba, nos entretenía con los tebeos y después se echaba una siestita borreguera con su señora... pero eso a nosotros entonces no nos importaba en absoluto, de hecho ni nos enterábamos. Lo importante era la magnitud de ese regalo. Aquella casa de Cádiz... tenía un patio central y los tres pisos de que constaba el edificio tenían la misma disposición: había una galería en todo el contorno donde daban las habitaciones, y desde donde se podía charlar con todos los vecinos. Recuerdo los juegos. Y recuerdo los desayunos, las tostadas de barritas de pan recién hecho acompañadas con mantequilla salada... una mantequilla salada riquísima que no he vuelto a encontrar. Salada como el agua del mar que nos esperaba todos los días, ese Atlántico brioso e insuperable, inmenso, mi amante... Era el mar mi amante por esos tiempos, y yo con mis brazos abiertos quería abarcarlo todo, acariciarlo, y hasta el anochecer aquel era mi hogar y mi esposo. Y aquella fue mi primera historia de amor.

No hay comentarios: